CARTA DE BERNARDO RUIZ

Os envio un e-mail de Bernanrdo Ruiz.

¡Hola compañer@s! Aunque no asisto a la comida porque soy tela de soso sí que he seguido el blog con fruición. Según iban apareciendo vuestros rostros y nombres un pellizco en salvas sean las partes me acogotaba un poco más. Cuando terminamos la EGB tuve la mala suerte de que por un problema de edad no pude matricularme en junio, sino en septiembre, en el bachiller, lo que hizo que no estuviera en el San Isidoro, sino en otro centro, lo que me apartó de todos los viejos compañeros del colegio. Luego, mi vida, como la de todos, ha dado saltos de chaparro en chaparro y he terminado apañando bellotas por esos campos. Leyendo el blog me he dado cuenta de que ese tiempo de la enseñanza general básica tuvo más influencia en mi vida de lo que yo creía. Tanto por los amigos más íntimos, con los que hemos pergeñado nuestra personalidad, como por los profesores que también dejaban huella. Todavía recuerdo (pero no recuerdo su nombre) una señorita la mar de progre que emocionada nos anunció el Premio Nobel de Vicente Alexandre, ese reconocimiento a la Generación del 27 cuando Franco murió, y cómo con ella leí el Romancero Gitano y descubrí la poesía. Hasta me acuerdo de un día en el que don Antonio sustituyó a algún profesor y nos dio una clase sobre la Revolución Francesa ¡¡¡!!!, y cómo ese día pareció quitarse el uniforme de Guardia Civil y se apareció como humano. De los compañeros, aunque no quiero olvidarme de ninguno, os digo que todavía vivo de las risas con el petardo de Fernando, las travesuras de los hermanos Luis y Kiki, Zipi y Zape donde los haya (por cierto el otro día pasé por delante de su portal y los vi a los dos entrando juntos en su casa como en otros tiempos, un poco más achacosos como yo; fue como una aparición), las visitas a la casa y la calle de Esteban, las proclamas revolucionarias de Nino y Cabello (creo que a ellos les debo mi primera formación del espíritu nacional porque si no, ¿de dónde me viene a mí tanto rojerío), las risas con Pepito, Juanjo, las comeduras de tarro con Mellado, las risas de Aurora, las sonrisas de Carmen Albéndiz y de María Jesús…(María Jesús eras, ¿no?)… Hoy, dos horas después, soy profesor de instituto y doy clase en segundo de ESO, esa cosa que entonces era octavo de EGB. Me sonrío cuando veo a mis alumnos, me acuerdo de vosotros y sirve para que por lo menos esta semana no les relate. Hoy soy en clase payaso como don Eustaquio, serio como don Antonio y apasionado como aquella maestra de lengua, en los conserjes veo a Martín y me río cuando hay tortas para ayudar al conserje a llevar un mueble. Cuántas veces he lamentado no haber ido al instituto con vosotros. Yo llegué al colegio en quinto de EGB y me fui en octavo. Como barcos sin rumbo nos soltaron a navegar y cada uno de nosotros ha ido diseñando su propia ruta. Hoy queréis atracar en buen puerto al menos por un día. Aunque yo no esté allí físicamente, sí sentiré vuestra presencia. Un abrazo. Postdata: el terapeuta me ha ordenado que deje de ver el blog porque los índices de chochez han aumentado evidente y considerablemente.